España es uno de los más grandes yacimientos arqueológicos del mundo, considerando la cantidad de ruinas monumentales diseminadas por su territorio -ocho de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad- y, sobre todo, la variedad y calidad de las mismas, el inmenso arco temporal que cubren, así como su estado de conservación y los recursos disponibles que facilitan su visita y conocimiento por arqueoturistas entusiastas de todo el mundo. Sitios y parques arqueológicos, museos y centros de interpretación, exposiciones temáticas permanentes, talleres especializados y aulas, sendas y recorridos por viejas calzadas o nuevas rutas, permiten comprender y contextualizar quince milenios de historia de nuestro territorio escritos en sus piedras, mucho más si nos remontamos hasta los remotos orígenes de nuestra especie que los paleoarqueólogos están sacando a la luz en Atapuerca. Grabados rupestres, pintura parietal, menhires y cromlechs, taulas y navetas, dólmenes, castros, ciudadelas, fortalezas, milenarias poblaciones, minas y calzadas, puentes y arcos, torres y criptas, jalonan nuestra geografía y cubren con una de